Vigilantes






Vamos a darle al fuego más fuego,
y que sea lo que Dios quiera.
Ahora que aun nos queda madera,

si hace falta, nos tiramos adentro.

A fin de cuentas, ya tengo quemadas
hasta las costillas, los huesos y el tuétano,
desde que vivimos de forma inmediata.
Ya no soy hermano, ni amigo, soy huérfano,
heredero de las manos vacías y el hedor
constante de saberse de nadie rodeado.
Observado en la distancia por mil caras anónimas,
el olor pestilente lo emana el yo
de todos,
en los rincones, ocultos como ratas,
vigilantes hambrientos del cambio y el error.
Huye, si es que puedes, del libro de caras.

Ultimamente parece que está a la orden del día el tema de las redes sociales. Quizá yo soy el menos indicado para hablar de ello, ya que cuando termine de colgar esta entrada lo primero que voy a hacer es postearla en facebook.

Lo cierto es que detrás de estas "redes sociales" lo único que hay es morbo, igual que en la mayoría de los aspectos de nuestra vida en estos tiempos.

Agujero negro


El otro día vi una herida que se tragaba la luz,
como un pequeño agujero negro a escala
uno/un billón, percutida en la piel escarchada

de un muchacho que me miraba, casi azul.

"Las personas fuertes son esas que llevan

por dentro sus vísceras y por fuera
una película dura y opaca de falsa felicidad
para evitar preguntas incómodas, miradas
de color magenta y suspiros de media verdad
que exhala esa gente que, por lo general,

mira con ojos de alquitrán y no entiende nada.

Una membrana triste, grisácea, flexible,
casi infinita, casi fundida, nunca irrompible".

Lo leí en algún sitio, en un artículo o en un libro...
O me lo he inventado, como todo eso que no me explico

Es bonito inventarse la realidad.

Sobre todo cuando, por sí misma, no se hace justicia.