por una cama caliente,
por tenerte aquí dormida
sin la angustia de no tenerte.
Cómo se fueron diluyendo mis días
y todo lo fue cubriendo la niebla...
Cómo fui haciéndome de piedra
Cómo fui haciéndome de piedra
y mientras, tu creiste que ya no sentía
nada y que algo dentro de mi había muerto.
Tengo que gritar que sigo vivo,
y ojalá aprendas a dar sentido
a la mueca de mis labios, a la rigidez de mis dedos,
a los ojos vidriosos, a la falta de latido en mi pecho.
Hay dolores que son invisibles, pero son dolores.
Hay veces que es mejor parecer de piedra que demostrar lo que uno siente de verdad. Y digo parecer porque nunca NUNCA se es.
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